El nuevo camino

En mi cabeza solo quedan ecos, nervios cansados, agujetas en las mejilas de la sonrisa interminable y una enorme sensación de agradecimiento. De esta manera puedo resumir o condensar la resaca de un 15 de abril que ya no es y que jamás se caerá de la memoria.

‘Maneras de conjugar el tiempo’ ya ha dejado de ser mío y pertenece a quien desee busca entre sus páginas con la intención de sorprenderse. Si lo consiguiera, sentiré la enorme satisfacción de haber propiciado el diálogo que debe ser cualquier libro. Si no, trabajaré de manera más concienzuda para andar más fino en una próxima ocasión, si se diese la oportunidad.

Foto Javi Martín

A lo largo de todo este tiempo, en el que montado sobre una nube, como aquel Goku de mi adolescencia en la parrilla de Canal Sur después de comer, he intentado disfrutar de todos los instantes que el nacimiento de un libro brinda. Consciente de lo efímero de cualquier acontecimiento, preparé a conciencia las paredes de la memoria para dejar espacio suficiente para la galería de recuerdos que pretendo acumular de cada uno de esos días que, pintados del color favorito, aglutina en su pequeñez todo el tiempo posible.

Ahora llega otro momento, otra etapa, la de dar la mano al libro y acompañar su camino allá por donde quiera discurrir. En el horizonte, muchos puertos esperan. Cada poema de este libro es un golpe de viento que busca recovecos contra los que impactar, puertas que golpear y ventanas que atravesar. No desean pasar desapercibidos, aunque saben que su voz, de oírse, no es más que un lejano y minúsculo ulular infantil.

Seguimos.

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